Hace
algún tiempo que no publico nada en el blog por motivos familiares. Hece un mes
que he perdido mi trabajo y estoy readaptándome a mis nuevos horarios y
organizando un poco mi tiempo, que no sé como lo hago pero se me escapan los
días y apenas he hecho las tareas planificadas. En fin me dejo de más rollos y
vamos al asunto en cuestión.
Hace ya
4 años y medio que soy mamá y aunque parezca tópico la vida me cambió en ese
momento. Empecé a creer en el gran potencial que tienen los niños recién
nacidos para aprender y desarrollarse, y empecé a investigar sobre la
estimulación temprana.
La
estimulación temprana son una serie de técnicas que se aplican de forma
sistemática y secuencial y se emplea en niños de 0 a 6 años, que es cuando más
plasticidad tiene el cerebro. Aunque estas técnicas empezaron a estudiarse y
aplicarse para niños que tenían problemas de desarrollo, hoy se han convertido
casi en práctica habitual también para niños “sanos”, con el objetivo de
desarrollar sus capacidades cognitivas, y físicas, y por qué no, también las
emocionales y sociales.
Aunque
hay siempre detractores de estas técnicas no voy a entrar a valorar si son
perjudiciales o beneficiosas para nuestros hijos, eso se lo dejo a ustedes.
Para mi se ha convertido en un estilo de vida, tratando de dar lo mejor a mis
hijos.
Una de
las cosas que tenemos que tener en cuenta para estimular adecuadamente a
nuestro bebé es no forzar al niño y saber que cada niño es diferente y su
desarrollo depende del grado de maduración del sistema nervioso. Hay niños que
empiezan a andar con 11 meses y otros con 15, pero eso no quiere decir que el
segundo tenga problemas de aprendizaje, si no que su cerebro no está lo
suficientemente preparado para dar este paso y ahí estamos nosotros para ayudarle
a superar todas las etapas de su desarrollo.
La
mejor forma de estimular a los niños es jugando, eso sí respetando siempre sus
necesidades, es importante que el niño no tenga hambre ni sueño y esté lo más
cómodo posible para que así esté siempre predispuesto a jugar, aprender y
asimilar la información que le estamos transmitiendo.